En el firmamento brillaban las estrellas, algunas mas que otras, y cautivaban con su luz celeste a todos los que por intuición le dedicaban una mirada. Estaba ahí absorta contemplado la inmensidad del cielo estrellado. Una corriente de aire navideño ya rozaba mi piel. Y un escalofrió subía lentamente por mi cuerpo. había un silencio tan adecuado, y una soledad tan oportuna que me envolví por completo en mis pensamientos. Vi la luna tan redonda y sublime que quise tocarla. Sabia que la gente caminaba por ahi
y me veían extrañados, pero sus miradas no me afectaban. Y creo que por un instante creía que ya no tenia los pies sobre la tierra.
y me veían extrañados, pero sus miradas no me afectaban. Y creo que por un instante creía que ya no tenia los pies sobre la tierra.
Cuando unas manos tibias tocaron mis hombros descubiertos, y al instante se enrollaron en mi cuerpo hundiéndome en unos brazos desconocidos, pero tan exquisito. No hice el intento de detener aquella persona atrevida que me había asaltado por la espalda. Sentía como el también miraba al cielo con la misma estupefacción que yo lo hacia. Lo sentía tan conocido, pero no quería mirar, no quería saber quien era, ni mucho menos por qué estaba ahí. Compartimos palabras y su voz eran tan dulce, suave, tan grata. Cada palabra tan acertada, no decía mas de lo que debía y escuchaba con tanta atención.
Tuve miedo al pensar que ese momento singular terminaría y tendría que verle, y descubrir quien era ese hombre que de la forma mas simple me había llevado a ese cielo que estaba frente a mi. Tuve pavor porque esa persona fuera quien no quería, el horror que sentí me borro la sonrisa, y el brillo de las estrellas se opaco.
Decidí volverme de una vez por todas, dispuesta a enfrentar lo que sea, con determinación pero llena de temor. Al levantar la mirada quede cautiva es sus ojos marrones, no podía creer lo que veían y parpadeé varias veces para rectificar. Aun estaba enrollada en sus brazos, sonrió al ver mi sorpresa, intente articular alguna pregunta estúpida pero puso su dedo índice sobre mis labios y se acerco a ellos sigiloso, podía ver su inseguridad a través de su iris, pero sin pensarlo le correspondí. Y ese beso anhelado duro lo suficiente para convencerme de que al fin había despertado y ya era hora de ir al trabajo.