La luna estaba puesta en el
firmamento, cautivadora, poderosa, sublime. Brillando con luz ajena y tomándose
todo el protagonismo de la noche estrellada.
Caían pequeñas gotas de agua de
una o dos precipitadas nubes, olor a tierra húmeda y silencio absoluto. Poca
era la Luz y grade era el frio de la noche que me arropaba.
El aire frio azotaba mi cabello
contra la cara. Me encontraba fascinada ante la combinación de luna, agua y
silencio. Las personas se alejaban a prisa mientras las nubes crecían, y poco a
poco la luna se fue perdiendo en aquel nublado cielo… La lluvia incrementaba y
ahora solo se escucha el sonido de las gotas chocar contra los cristales de los autos y salpicar intermitentemente
en los charcos de agua helada.
Y aún estaba ahí parada mirando
al cielo sin poder abrir bien los ojos, temblando de frio, mojada desde los
pies a la cabeza. Entonces fue cuando te escuche pisar fuertemente los charcos
de agua que se habían creado cerca de mí. Ahí estabas, tan perfecto como
siempre, tu singular sonrisa, tus ojos café brillante, tus manos frías y tu piel
suave como el terciopelo.
Un Abrazo cálido erizo mi cuerpo,
la lluvia comenzaba a menguar y sentía como palpitaba tu corazón. Susurrabas en mis oídos mientras tu dulce voz
me hacía sonrojar.
Tus labios dulces como la miel,
tus manos en mi rostro, y esa sonrisa perpetua inevitable. El Agua se precipito
de nuevo sobre nosotros como bendición proveniente del mismo Dios. Todo era tan
real, quería detener el tiempo y que jamás pasáramos de ese beso tierno, jamás libéranos de ese abrazo suave,
confortable, de esas carisias únicas, y de las palabras que repetías en mi oído,
jamás dejar de sentir tu corazón palpitar…
Fue cuando los latidos se
convirtieron en manecillas de reloj que retumban acusatoriamente con presión,
la lluvia seso de repente, ya la briza
no se sentía y tus palabras se escuchaban cada vez más lejos. Me Miraste, sonreíste y te alejaste suavemente
perdiéndote en la oscuridad mientras el silencio que nos arropaba se perdía y
empezaban a escucharse voces otra vez.
Entonces desperté con una loca e
inapropiada alarma a las 6:15AM, mientras la luz del sol entraba abrumadora por mi ventana, mientras alguien
gritaba fuertemente ¡Despierten! Me di cuenta que existías en un sueño de
posibles realidades que nunca serán.
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